La fallera cuando besa

2 de abril de 2014

España es un país moderno. Disfrutamos de la Ley del Matrimonio Igualitario desde 2005, mucho antes que algunos de nuestros socios europeos más avanzados . Pero del dicho al hecho de la aceptación social existe un largo recorrido, y muestra de ello ha sido el revuelo causado hace unas semanas por el beso lésbico de las falleras, que nos hace cuestionarnos esa pretendida modernidad.

Hace unos días la revista digital ‘EGF and the City’ , de contenido LGBTI, sacaba las fallas del armario con una portada que no ha dejado indiferente a nadie. Desde entonces las redes han hervido con comentarios a favor y en contra. Y una se pregunta por qué es noticia algo que debería estar normalizado.

Portada de la revista EGF and the City (Marzo 2014), con dos falleras besándose.
Portada de la revista EGF y la ciudad. Marzo 2014

¿No tiene esto un tufillo a está bien que tengan sus derechos, pero que no saquen su realidad del armario porque no queremos verla ?

Yo, como persona LGBTI, veo esta realidad con frecuencia. Y sonrío en un silencioso aplauso interior cuando leo apuestas provocadoras como la de la revista. Qué gusto da sacarnos de los arquetipos –lesbianas fe, gays glamurosos, transexuales en la prostitución o el espectáculo– y dar una bofetada a la acomodada conciencia de nuestra sociedad.

Estamos, aunque no nos veas

Porque todavía son multitud quienes no quieren saber que somos personas diversas, que reproducimos todos los modelos existentes en la sociedad heteropatriarcal y algunos más. Estamos entre los integrantes de su equipo de fútbol, ​​en el elenco de sus series favoritas, y en todos los oficios y profesiones.

Así que, ¿ por qué no esta portada de lesbianas falleras? Y también una de nazarenos de la mano y otra de dos miembros de una exclusiva sociedad gastronómica vasca como familia homoparental ? Una salida del armario en cualquiera de los santuarios de la moral tradicional (como lo es el también el ejército, entre otros) levanta ampollas, sí, pero hace más por la normalización que veinte campañas juntas.

La visibilidad como bandera

Yo lo tengo claro. Cada vez que una de mis tres peques empezó el cole, el primer día aproveché para nombrar a sus dos mamis delante de toda la clase. Caían de un plumazo el morbo, los comentarios a escondidas y las especulaciones para el resto del curso. Además, los cumpleaños los celebramos siempre en casa, e invitamos a quedarse a madres y padres que, año tras año, aprenden que nuestra realidad es exactamente la misma que la suya.

En el trabajo hace tiempo que opté por la falta de discreción. Nadie sabe lo fácil que es para el mundo heterosexual hablar de su familia y su pareja en cualquier situación y lo que cuesta cuando tu orientación es otra. Cualquiera diría  que es necesario un permiso para abrir la boca, no sea que molestes a alguien. Por eso me esfuerzo por visibilizarme. Vadeo entre caras de sorpresa con una naturalidad pasmosa. El día que ya no las vea, colgaré los guantes. Y en ese futuro, espero que no tan lejano, portadas como las de las falleras ya no harán ninguna falta. Con un poco de suerte, ni serán cuestionadas.Pero hasta entonces, bienvenida sea la provocación que desentumece conciencias. Y bravo por las falleras, que le han puesto el cascabel a un gato que llevaba demasiado tiempo encerrado en el armario de las escobas.

Este artículo fue originalmente publicado en el blog Más de la mitad , del periódico 20 Minutos

También podría gustarte…

Ni hombre ni mujer: soy de género neutro

Ni hombre ni mujer: soy de género neutro

De chicazo adolescente a lesbiana. De formar una familia LGTB a visibilizar el amor en la madurez. Cuando pensaba que lo tenía todo hecho, me topo con una realidad impensada: ¿estoy de verdad en el género que siento mío?

Orgullo y prejuicios

Orgullo y prejuicios

El armario, ese mueble en el que cabe una vida entera… y que a menudo guarda nuestros propios prejuicios.

0 comentarios

Enviar un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.